viernes, marzo 9

jugar con hielo

No te vi entre las rayas del cieno, no te vi en el resorte del talón. Obstante, al lado de nosotros se tiende el humo de un café: La ceremonia de las cenizas de la taza, y debajo un paralelepípedo con rieles de cuadros rojos, la manzana que deboras.
Una flama helada supera el horizonte del paralelepípedo, tenemos el dextrógiro indicando el fenecer de la eternidad en la carrera de una aguja, el vuelo de los pájaros {de nuevo} el pájaro de los vuelos.
Y nos gusta insistir en los astros, las alturas parecen indicar algún camino, usted comprenderá que no es así, en cambio, continuamos con los astros: las estrellas cieladas, y desplegamos ventanas de sortilegios: la pantalla que se estira entre tus dedos índice y pulgar de cada mano. Allá, a lo lo lejos, donde se apaga la luz, en ese extremo no sabemos -con certeza- cuál pedazo es mar o cuál cielo, un calor azul se extiende en sus curvas de noche y te besa las manos aún extendidas hacia delante {dándole oxígeno a la pantalla} tus brazos tienden a batir el viento y lanzar pedazos de vacío parecidos a morfemas.
El hielo abrasa más que el fuego. Juega con hielo, yo invito.