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Una flama helada supera el horizonte del paralelepípedo, tenemos el dextrógiro indicando el fenecer de la eternidad en la carrera de una aguja, el vuelo de los pájaros {de nuevo} el pájaro de los vuelos.
Y nos gusta insistir en los astros, las alturas parecen indicar algún camino, usted comprenderá que no es así, en cambio, continuamos con los astros: las estrellas cieladas, y desplegamos ventanas de sortilegios: la pantalla que se estira entre tus dedos índice y pulgar de cada mano. Allá, a lo lo lejos, donde se apaga la luz, en ese extremo no sabemos -con certeza- cuál pedazo es mar o cuál cielo, un calor azul se extiende en sus curvas de noche y te besa las manos aún extendidas hacia delante {dándole oxígeno a la pantalla} tus brazos tienden a batir el viento y lanzar pedazos de vacío parecidos a morfemas.
El hielo abrasa más que el fuego. Juega con hielo, yo invito.